Tuesday, September 13, 2005

Ella

Anochecía. Anduve por las calles de una ciudad que parecía muerta. Las personas que me rodeaban, miraban extrañados. Observaba cada detalle de la puerta. Se oían cantos en el interior. Avancé, pero al tocar la verja me pregunté si una persona como yo podía entrar en un templo como aquel. Mi pie pisó el suelo. Un ajedrez y yo estaba en un cuadro negro. No creo que por simple casualidad. Las voces de los niños del coro llegaban más claras que nunca a mis oídos. Comenzó mi marcha por el interior del refugio. Miré las columnas inmensas que se alzaban sobre mí. Inconscientemente giré a mi izquierda y alcé la vista. Frente a mí, una gran verja plateada y tras ella el altar mayor con un retablo que llegaba al techo de la catedral. Casi invisible, una virgen llorando por su hijo. Me quedé mirando esa imagen como si me hubiera apresado. Parecía tan real. Deseé con todas mis fuerzas que esa lágrima que se encontraba a madia mejilla terminara de caer. Sentí como resbalaba por mi mejilla y caía en el suelo. Entre un cuadro negro y otro blanco. Tal vez ella también deseó que cayera. No sé cuánto tiempo pasé observándola, su embrujo impedía que pudiera apartar mi vista de ella. Era tan hermosa. De repente sentí como alguien se acercaba a mí, me giré antes de que su mano me rozara. Un sacerdote venía hacia mí. Por instante pude ver lo que él veía. A mí delante de una verja, mirando absorta a algo que no sabía bien lo que era.Con un brillo sobrenatural en los ojos. Como si hubiera llorado amargamente durante largo tiempo.Queriendo entrar pero sin querer entrar. Le miré y noté como buscaba la forma de preguntarme si me ocurría algo mientras recorría los últimos metros que nos separaban. Pero me adelanté y antes de que llegara a salir la primera palabra de sus labios le dije que estaba bien. Una sonrisa confusa y un amable gesto con la cabeza fue lo último que vi de él. Mis ojos volvieron en busca de ella con el ansia de un adicto a su droga.Tras la vidriera una luz exterior iluminó su cara. Unos segundos después, se fueron apagando poco a poco los focos del interior. La catedral iba a cerrar.

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